Septiembre 2021

 

Un miembro de la Comisión Constituyente de Chile, cuyo nombre no vale la pena mencionar, ha mentido señalando que sufría de un cáncer terminal. Todo falso.

 

 

Este sujeto mintió descaradamente, con fines de posicionamiento político. Escogió muy bien la enfermedad para mentir.

Los que nos dedicamos a atender pacientes con patología oncológica entendemos muy bien lo que eso significa. Son pacientes sometidos a complejos y prolongados tratamientos como cirugías, muchas veces mutiladoras, quimioterapias y radioterapias, entre otros.

Muchos de estos procedimientos tienen asociados largas hospitalizaciones, compromiso importante del estado general, dolores, náuseas, vómitos, caída del cabello, etc. Es por ello que cuentan con una gran compasión de todas las personas. Él se aprovechó de eso, menospreciando en forma despiadada el sufrimiento ajeno que, por no padecer la enfermedad, desconoce. Es un abuso sin nombre.

El segundo punto es la mentira. Mentir siempre es malo, especialmente cuando se engaña a la fe pública. Actualmente él aduce que si bien no era cáncer, sufre de otra enfermedad grave, ¿por qué debíamos de creerle? No veo razones para ello. Mintió una vez y ya no es una persona confiable.

Finalmente en este país estamos frente a los peores escenarios; la gente en que se tendría que tener más confianza es la que, en muchos casos, es la que más se aleja del ideal con que la ciudadanía los identifica, es así como encontramos, (no pretendo generalizar) con sacerdotes pedófilos, militares corruptos, policías ladrones y políticos mentirosos que traicionan la confianza pública. No busquemos justificaciones. Todas estas acciones precisan del máximo repudio público y las sanciones que la ley contempla para cada situación. Sólo así podremos ir depurando nuestra sociedad.