Noviembre 2021
Las listas de espera para cirugías han ido aumentando en forma progresiva durante la pandemia, lo que es lógico. El sistema público de salud estuvo orientado durante un largo periodo en solucionar los devastadores efectos del SARS COV-2. Ahora los servicios de salud deben enfrentar una larga lista de espera, la que se hace más dramática en relación en las intervenciones quirúrgicas postergadas. La mayoría de los centros hospitalarios han debido priorizar la atención de pacientes privilegiando, con justa razón a los portadores de patologías oncológicas. Sin embargo, ¿Qué ocurre con el resto? Muy simple: deben esperar. A veces años.
La pandemia ha sacado a luz, ha destacado aún más, las deficiencias de un sistema de salud injusto y poco solidario. El sistema público no da abasto para resolver en forma oportuna las necesidades sanitarias de la población. Muchos hospitales, supuestamente de alta complejidad, no cuentan con elementos básicos para atender adecuadamente a los pacientes, tales como resonancia magnética, escáner, diálisis, et y deben comprar dichos servicios.
Las anticuadas leyes, aprobadas en escenarios muy diferentes a los actuales, son rígidas y engorrosas, precisando muchos trámites para entregar servicios con los que no cuentan los hospitales, a través de compras a entidades privadas. Muchas veces el gasto es muchísimo mayor sólo porque no se puede sacar un dinero de un ítem A para pagarlo a B, aunque las platas existan.
El sistema privado, con las llamadas ISAPRES, tiene fines de lucro, objetivo que cumplen bastante bien a costa de entregarle un servicio deficitario e incompleto.
La gran mayoría de las veces la llamada “letra chica” de contratos interminables, determinan aquellas innumerables excepciones que, finalmente ahogan económicamente al cotizante, por no estar contempladas.
Se debe recurrir entonces a seguros complementarios que o no podemos pagar o, lo que es más frecuente, los cotizantes desconocen su necesidad, por considerar, equivocadamente, que las ISAPRES cumplen un rol de protección de la salud ciudadana.
Se necesitan cambios profundos en salud. Más allá del color político de los candidatos presidenciales, se debe asegurar una salud digna, oportuna y moderna, que sea entregada sin adicionales engorrosos e injustos, que no dañen el patrimonio de los cotizantes, que, como en la mayoría de los países civilizados, no precisen copagos desproporcionados.
Probablemente un sistema mixto, con un plan de cobertura básico general, asegurando para todos, sea un mejor sistema para nuestro país.