Junio 2016

 

Hemos escrito varias veces sobre la problemática de la educación en Chile, todo el mundo quisiera que ésta fuera gratis y de calidad.

 

Desafortunadamente, es un tema tan sensible, no hay acuerdos políticos que permitan hacer, con facilidad y rapidez, los cambios necesarios para lograr los objetivos planteados. A lo mejor ahí está el problema; en que los objetivos no siempre son los que la ciudadanía quisiera.

Han habido muchas marchas estudiantiles, la mayoría con desórdenes y desmanes. La propiedad pública y privada ha sido frecuentemente dañada, con pérdidas millonarias, de las cuales nadie se hace cargo.

La educación en nuestro país es absolutamente inequitativa. Si uno compara las condiciones de aprendizaje en una escuelita rural, donde en una sala comparten varios alumnos de diferentes niveles, por ejemplo de 1er. a 6to básico, es indudable que los contenidos no pueden satisfacer las demandas de los alumnos en niveles tan dispares. A eso hay que sumar la dificultad para acceder a la escuela, muchas veces después de largas caminatas por el barro, bajo la lluvia. ¿Cómo puede compararse el nivel entregado y posteriormente, el acceso a la educación superior que tiene ese niño, con el de un colegio privado del mejor nivel en la capital? Sencillamente no hay comparación. A éste alumno lo pasan a buscar a su casa en trasporte escolar, lo llevan a un colegio con todas las comodidades y, además, varios días a la semana, tendrá acceso a actividades extra programáticas que le permitirán un mayor desarrollo en las áreas de su interés.

Suma y sigue. Hasta llegan a la educación superior. Donde el alumno de la escuela rural tendrá escasa, o nula posibilidad de acceder.

¿Queremos una educación gratuita para todos? Idealmente. Pero eso es una falacia. Alguien tiene que pagar. O se hace vía impuestos, o a través de pagos diferenciados por ingresos, o por pago directo. Pero finalmente se paga. Esto precisa de un acuerdo social. Nuestra sociedad debe decidir cómo se paga para tener acceso igualitario a la educación. Cuando digo nuestra sociedad no me refiero al gobierno o al estado. Debería haber un gran consenso en el que participen todos los partidos políticos, las organizaciones estudiantiles y comunitarios, y hacer un plan, consensuado, para los próximos veinte o más años, de manera que, independiente de la línea política del gobierno, estas trasformaciones se puedan realizar.

Eso es lo que se necesita. Para ello se precisa voluntad política. Acuerdos, creer en el otro y buscar lo mejor para las generaciones venideras.

¿Seremos capaces?
Es difícil, pero no imposible.
Queda planteado el desafío.

Dr. Mario Uribe
Editor.