Agosto 2021

 

Hay temas que son recurrentes en esta editorial, fundamentalmente porque no se pueden evitar. El desastre del cambio climático es una de ellos. Es imposible abstraerse a lo ocurrido mundialmente, inundaciones extremas por un lado, sequías nunca antes vistas por el otro.

 

Los científicos lo predijeron ya hace más de 20 años. Hoy está siendo una realidad.

Desafortunadamente, los líderes mundiales y las instituciones que dirigen no han sido capaces de solucionar este problema. Lo peor es que el tiempo, para implementar dichas soluciones, ya pasó. El futuro, es ahora.

Las ganancias de las empresas son tan sustanciosas con el modelo actual, que la idea de buscar nuevas fuentes de energía, de hacer cambios sustentables y de rediseñar los procesos, no aparecen atractivos para nadie. Sin embargo, este es una misión demasiado cortoplacista.

Estamos a escasos años de que los cambios climáticos y de los recursos naturales, sean absolutamente irreversibles. Esto es lo que debe considerarse. Estamos hipotecando, ya no a las futuras generaciones, sino que a la próxima generación, endosándoles un problema gigantesco poniendo en peligro sus vidas y la de sus descendientes.

Como país pequeño, aunque potenciáramos al máximo nuestros esfuerzos, el impacto a nivel global es ínfimo. Se precisa pues que las grandes naciones, aquellas que son las mayores responsables de las emanaciones, los desperdicios, el calentamiento global y otras, hagan el esfuerzo esperado para superar esta crisis.

Si no, no tendremos solución.

Nuestro planeta, de la forma que lo conocemos hoy, estará irremediablemente perdido.