Abril 2025

 

Tolerancia cero fue definida, hace años, por el que fuera alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, entre 1994 y 2001, como el no dejar pasar ningún acto delictivo sin sanción, por pequeño que este fuera. La intención es condenar todas las conductas ilegales. A la vista de sus resultados, esta política parece del todo coherente.

 

En nuestro país, ha habido un deterioro franco del respeto a la autoridad en las últimas décadas. La gente enfrenta a los policías en las calles, los insulta y los agrede físicamente. Las sanciones son escasas o nulas. La valla se ha ido corriendo. Lo que era inaceptable en el pasado es de normal ocurrencia en el presente. A nadie le llama la atención.

Recientemente, fallecieron 2 jóvenes en las cercanías del Estadio Nacional, antes del inicio de un partido internacional entre un reconocido club nacional y uno extranjero. Las circunstancias están en proceso investigativo, pero lo que está claro es que una turba intentó ingresar al recinto deportivo sin tener las entradas para el evento, forzando y violentando las medidas de resguardo. El problema principal es que no es la primera vez. Ya está instituido como algo que se lamenta pero que no llama la atención. Está casi socialmente aceptado como algo de normal ocurrencia en la sociedad en que vivimos.

Tolerancia cero es lo que se necesita; toda acción ilegal, investigada y juzgada con el debido proceso, debe ser sometida a una pena justa, que debe ser cumplida por el infractor o delincuente. No debe haber espacio para interpretaciones o tolerancia.

La valla de lo correcto, de lo tolerable, de lo aceptable se sigue corriendo a pasos agigantados hacia la impunidad de los actos delictivos.