Abril 2024

 

La muerte de 3 Carabineros en el Sur de Chile, en manos de grupos armados terroristas ha conmocionado a nuestro país.

 

Todos los sectores políticos, independiente de su ideología y la comunidad han condenado este repudiable hecho.

Los policías, en todas partes del mundo, tienen como misión irrenunciable el proteger a la ciudadanía y mantener el orden público. Para que su accionar sea efectivo, es fundamental que el sustrato social que los rodea esté en sintonía con su labor. Desgraciadamente en nuestro país no es infrecuente que delincuentes con prontuario conocido, deambulen por las calles en libertad, lo que casi equivale a una autorización para que sigan delinquiendo.

Muchas veces el esfuerzo de Carabineros se ve derrumbado por la aplicación de las leyes, a veces por jueces con un criterio, a lo menos discutible, que deja perplejos a los ciudadanos. El contraargumento es que ellos deben seguir los dictámenes de la ley. Si esta aseveración es cierta, quiero decir que tenemos malas leyes, y si la ley es mala, hay que cambiarla.

Por otro lado, acciones delictuales a las cuales no estábamos acostumbrados, viene de otros países, de la mano de una desbordada inmigración ilegal. No se trata de estar en contra de la inmigración, pero éste debe estar sujeta a las leyes del país que los acoge.

Hay miles, sí miles de personas, con orden de expulsión de Chile, que, por diferentes motivos no se han concretado. Ha fallado el sistema. Hemos fallado como sociedad y como país.